
Terapia para la depresión
¿Cómo te puedo ayudar?
Te invito a que hablemos unos minutos
Causas de la depresión
La depresión puede tener su origen en experiencias personales difíciles como:
· Una ruptura traumática.
· Problemas económicos o laborales.
· Una enfermedad.
· La muerte de un ser querido.
La pérdida de un sueño o de una ilusión.
Todas estas situaciones difíciles ponen nuestro mundo del revés, y conectan con la vulnerabilidad e incertidumbre de cómo colocar todo lo que te está pasando.
En terapia para la depresión trabajamos la tristeza, el enfado o cualquier emoción para escuchar y encontrar su sentido más profundo, aceptando sin juicios para conseguir el bienestar, y enfrentar los problemas para encontrar soluciones por caminos nuevos.
Hay infinidad de respuestas. No tiene límites. A cada una y cada uno de vosotros se le moverán diferentes demandas, ¿verdad?
Lo importante es lo que se nos mueva por dentro, qué sensaciones y qué sentimientos.
Puede ser por falta de autoestima; por miedos y bloqueos; por inseguridad, inestabilidad de cualquier tipo, duelos y pérdidas; por amor o desamor; por saber quiénes somos, qué queremos; por encontrar alternativas de solución, contrastarnos, liberar emociones que nos dañan, trabajar el apego y construir vínculos sanos... En definitiva, por expresarnos, contarnos y sentirnos bien.
Todas y todos necesitamos compartir, necesitamos ser escuchados, necesitamos ser felices.
La terapia es un proceso necesario para cada una de nosotras y nosotros. Es dirigir tu propia orquesta, escuchando tus diferentes melodías; es pararte a ver las formas de las nubes que tienes en tu cabeza.
Aceptando, aprendiendo, sin juzgarte, sin censuras. Todas y todos somos imperfectos, y eso da mucha tranquilidad al respecto.
La terapia pasa por la necesidad de sentirte satisfecha y satisfecho contigo.
Trabajo desde un enfoque humanista. Mente y cuerpo son uno. Te escucho y te miro, para filtrar un proceso y un contenido con el que trabajar, para devolverte una realidad sobre la que pisar en firme.
Juntos creamos una estructura sólida, un puente por el que cruzar, sin tener miedo a que se desprenda o se afloje.
Me convierto en tu red.